"Señorita, sería para mí un gran placer que se dignase
reservarme el vals.
-Lo siento mucho caballero…pero el vals lo tengo
comprometido.
-Y el schottisch?
-También… solo me quedan disponibles la polka y la redova.
-Le ruego tenga la gentileza de reservarme entonces la polka.
La joven abre su bolso y tomando su carné de baile con suma
delicadeza, le pregunta al caballero, me podría
decir su nombre por favor.
-Soy Alejandro Arocena.
La hija de Celia Alvarez Mouliá de Amézaga, anota el nombre
del joven y coquetea con una tímida sonrisa, mientras guarda su carné sin bajar
su inocente mirada.
Alejandro Arocena con una leve reverencia se retira hasta
donde están sus amigos, y tomándose un ponche de frutas celebra su éxito."
Posiblemente su origen se encuentre en los famosos souvenir
franceses del siglo XVIII, especie de pequeña agenda ricamente encuadernada con
metales de diseños muy elaborados , oro, plata, combinados con marfil, nácares,
y en un lateral tenía un soporte donde se guardaba el lápiz para las
anotaciones. Su interior estaba dividido
por una cinta de seda con hojas recambiables, y en aquellos más finos éstas
eran de marfil.
Con el correr del tiempo su uso se popularizó, haciéndolos
más económicos, sus cubiertas eran
de cartulina pero con diseños muy
elaborados, decorado por conocidos
artistas,dibujantes, pintores, ilustradores, colocando en algunos sus nombres.
Cumplían varias funciones, siendo la más destacada la
programación de los bailes
que se iban a realizar, a un costado del número y el nombre
de la pieza tenía un espacio en blanco destinado al nombre del requerido
solicitante.
En nuestra sociedad, posiblemente pasada la mitad del siglo
XIX su uso se popularizó,
garantizando la organización y desarrollo de los bailes de
la alta sociedad.
En primer lugar la orquesta tocaba un determinado número de
piezas durante la velada, y las parejas solteras se armaban antes de empezar la
música y de acuerdo a las constancias del carné de baile de la dama.
Se escribía el nombre completo del caballero, o solo las iniciales, y a veces lo extendía a
éste para que el mismo se anotara.
Fuera de ese uso, los más finos se utilizaron como
tarjeteros para evitar que se estropearan las tarjetas de visita,
otro elemento de comunicación social que sí ha llegado a nuestros días, pero há
perdido su verdadero significado en los dobleces que se le practicaban tanto en
las esquinas como en su interior.
Dentro de la sociedad europea, el carné podía ofrecer una serie de pistas sobre
el estado
civil de la dama como también su posición económica; las
solteras usaban de nácar, las
casadas de marfil y las viudas de azabache. No puedo afirmar
que en nuestra sociedad se siguieran los mismos códigos.
“La comunidad inglesa residente en Montevideo, en sus
veladas sociales mantenían un
riguroso protocolo de conducta. Para grandes bailes se
contrataba una orquesta, y para
aquellos de menor capacidad, un dance, con un pianista.
El programa se anunciaba con ocho días de anticipación y las
jóvenes llevaban su carné, donde los pretendientes reservaban sus piezas, conscientes de que
otorgar más de tres piezas a la misma persona era dar un mensaje no muy bien visto.
Cuando a estos bailes
comenzaron a asistir criollos, los organizadores comentaban..”se hará
imprescindible de ahora en adelante la ubicación de gente
que haga las instrucciones del caso, muchos criollos quedaban sin bailar por no presentarse a
tiempo con la dama elegida.”(18)
Uno de los bailes más exitosos de la comunidad fue el
organizado por los solteros llamado,
MONTEVIDEO CINDERELLA DANCES
el baile de la “ Cenicienta”, debido que tenía que finalizar a la medianoche, por las dificultades de transporte y de los
acontecimientos de época.
“Su aprobación fue unánime y el éxito garantido, pero en
toda colonia hay matices como la carta anónima que enviaron al TIMES DEL RIO DE
LA PLATA, donde el titular se quejaba sobre el programa musical del último baile “soy un gran bailarín y
creo poder decir que me defiendo bien en casi todos los tipos de danza aunque no me luzco en
los pasos del vals, imaginen mi horror cuando se anunció que de las veinte piezas musicales,
habría quince valses, mientras que de las otras danzas tendrían una sola pieza de cada una,
no entiendo la idea de la comisión organizadora al hacer la elección.” El director del diario
salió en defensa del comité contestando, “el programa fue pedido expresamente por las
damas.”(19)
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(18)-Postales Victorianas en la Tierra Purpúrea.- Alvaro
Cuenca-Ediciones del Sur.
(19)-Idem.
TARJETAS DE VISITA
Si la preparación del baile y el transcurso del mismo
estaban sujetos a un gran número de convencionalismos sociales, el
agradecimiento por la invitación a éste, por medio de una visita, no lo estaba
menos. La visita era, para la sociedad del romanticismo una norma de educación,
por lo que se estipularon distintos tipos y formalidades según fuese el motivo
de la misma. Para agradecer la
invitación a un baile, lo más correcto era hacer la visita a los anfitriones
entre la una y las cinco de la tarde, cuidando que esta se produjese en los
ochos días siguientes al evento de realizado,
los anfitriones tenían de nuevo la obligación de devolverle la visita a
los invitados. De este modo la obligación era cada vez más compleja creando una
intrincada red de compromisos, por este
motivo comenzaron a cobrar más importancia las tarjetas de visita. No era éste
un invento nuevo, pero servía para excusar el encuentro, lo correcto era que se
entregasen en persona. Los dueños de la casa podían estar muchas veces sin arreglarse
o cansados de recibir tanta gente, solicitando al mayordomo que recogiera las
tarjetas, y apuntase frente a los huéspedes las letras “E. P.” que significaba
que había sido entregada en persona, y por lo tanto tenía la misma validez como
la visita misma. Poco a poco, dejó de estar mal visto que la tarjeta fuese
entregada por el personal de confianza, estableciéndose con éstas un código
mudo, según lo dobleces que tuviera. Si
llevaba una punta o una cuarta parte doblada significaba, que la visita se había
realizado personalmente, si las dos puntas de un mismo lado estaban dobladas,
era necesario ver a la persona en cuestión y que volvería en otra ocasión, pero
si las puntas eran de lados contrarios, entonces evidenciaba la necesidad de
ver a la persona urgentemente y que ésta le fuera a buscar con premura.
Con el correr del tiempo un doblez también podía significar
una invitación a un baile, no siendo sin embargo, la forma más correcta.
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Carolina Miguel Arroyo—Conservadora del Museo del
Romanticismo de España
A. Grassi –Novísimo Manual de Buenas Maneras, Para Uso de la
Juventud de Ambos Sexos.
CALLEJA, LOPEZ, Y RIBADENEYRA.—Madrid 1859
Carlos Páez De la Torre (h).
Carlos Páez De la Torre (h).























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