5 - El Carnaval y sus Ephemera


El Carnaval es una fiesta generada durante los siglos de la Edad Media Europea, adquiere la plenitud de su significado si se le define y concibe en su relación con la navidad y la cuaresma. Como señala Daniel  Vidart, ``es la ráfaga más violenta de un viento profano que sopla de un corredor flanqueado por los muros de lo sagrado.´´ Es el espacio donde se confunde la libertad e igualdad, dando como resultado el libertinaje, el desenfreno de los sentidos, donde se invierten los papeles  sociales y sexuales, el goce de las fantasías de un mundo al revés. Pero los  carnavaleros  son presas del tiempo, todo tiene su  límite, tres días de jolgorio y no más .El carnaval montevideano, es un trasplante del Occidente Europeo, donde la Edad Media consolidó, una serie de ritos y ceremonias paganas, vinculadas al solsticio de invierno y con los fastos de la iglesia, una mezcla de lo ``sagrado y lo profano.´´ La inmigración no solo trajo consigo la esperanza de una tierra que abrigara trabajo, bienestar, una nueva vida, sino que las familias una vez establecidas revivieran sus añoradas tradiciones y costumbres. El Carnaval de Montevideo, nació, creció y tuvo sus modalidades por reflejo de la influencia Europea de aquellos habitantes. Desde los comienzos de nuestra vida constitucional, las autodenominadas ``clases altas,´´ han sido siempre muy severas al juzgar el Carnaval de la ``plebe´´ el Carnaval ``bárbaro,´´ donde su espacio no estaba delimitado, buena parte de la vida transcurre en las calles o plazas públicas, donde el adentro y el afuera se confunden. Este desenfreno lúdico, que había caracterizado a nuestra sociedad en sus primeros pasos, tenía que ser de alguna manera limitado. Mediante una circular del 7 de febrero de 1831, Ellauri, ministro de gobierno de Rivera, ordena a los jefes políticos del interior que prohibieran esa ``costumbre soez y propia de tiempos de ignorancia.´´ 



Años más tarde la noticia de los aprontes para la invasión de la República por parte de Oribe lo sorprende a Rivera en un baile de Carnaval disfrazado. Con el correr del tiempo y bajo el impulso y desarrollo  comercial, una gran cantidad de artefactos contribuían al complemento de las actividades de esta fiesta. La más popular manifestación en el siglo XIX fue  sin dudas la de los juegos de agua. Pautada su autorización para su comienzo,  mediante un disparo de cañón a las 2 pm. y terminaba a la puesta de sol de la misma forma. La prensa publicaba los anuncios de los comerciantes ofreciendo una gran variedad de artilugios, como el Emporio Oriental (1864), ``bombas portátiles de agua indicadas para regar la quintas, lavar patios, apagar incendios, y jugar al Carnaval.´´ El agua limpia, pero también inmunda (orina), los huevos de gallina, aunque también los de avestruz, gaviota, eran los predilectos de esta fiesta .Los huevos eran rellenos en algunos casos con agua perfumada, tapando su orificio con un poco de cera y un trapito de color, y se pintaban de distintos  colores, pero en otros casos su contenido no era muy recomendable.  En febrero en pleno verano, a la hora de la siesta, las calles quedan desiertas, todo el mundo trata de no estar en estas,  si no se desea jugar. En las azoteas se hacía provisión de vasijas con agua, tinas y también barriles, los muebles de la casa se retiraban, estas se transformaban en verdaderos cantones. Los vendedores ambulantes iban pregonando su mercadería, las famosas cáscaras de huevo con el clásico grito,

Huevitos de todos colores para las niñas que tienen amores,

Huevos de triquitraque para las niñas que usan miriñaque.

Aparecían los jugadores, el típico era el ``ORILLERO,´´ de  sombrero de gacho, poncho, pañuelo de golilla y en la mano otro, atado por las cuatros puntas, dentro del  cual llevaba su provisión de hasta dos docenas de huevos.  Algún comercio anunciaba como novedad, una pistola grande, que por medio de un resorte, hace salir el huevo con una fuerza tan precisa que maravilla por su efecto. Los incidentes eran numerosos, las crónicas policiales recogidas por la prensa asustaban, cabezas rotas de una pedrada, ojos machucados o incluso vaciados por un certero  huevazo,  caderas y piernas quebradas por las innumerables caídas de los balcones y azoteas, los caballos que desbocados por la gritería y las encerradas despedían a sus jinetes y arrasaban con quienes se cruzaban en su loca carrera, como también trompadas, fierrazos, pedreas, puñaladas, y hasta balazos que en más de una ocasión dieron en el blanco. Todos estos desmanes que se iban sucediendo llevo a un disciplinamiento de la fiesta, comenzaba la transición del Carnaval ``bárbaro al civilizado.´´ La policía comenzó a lanzar edicto tras edicto, el agua estaba matando la alegría,  hasta que se prohibió definitivamente. 



El misterio de la aventura carnavalesca se vuelca al recinto de los Bailes de Máscaras de Teatro, o Club Sociales. Con esta nueva reformulación del espacio a través de su preparación en el ámbito específicamente reservado para su celebración, aparecen nuevos filtros y mecanismos selectivos. A mediados de siglo proliferan las Tertulias de Disfraz del Patriciado, los Bailes de Sociedad o de Tarjeta, a los que solo se podía acceder por rigurosa invitación. Esta era provista por un grupo de de socios suscriptores, que para adquirir tal condición además de pagar $ 8.00, debían ser admitidos por la comisión organizadora, e inclusive en la puerta de entrada , se instalaba una comisión fiscalizadora de la identidad de las damas disfrazadas, y que los caballeros debieron en muchos casos de abstenerse de hacer uso del disfraz, aunque se garantizaba el incógnito de las máscaras. El escenario se delimita a un espacio cerrado, donde la prensa publica promocionando la suntuosa decoración del local, con salón para refresco, o cenar, y un tocador exclusivo para damas, como también palcos y balcones para aquellas ``señoras elegantes´´ que no quieran mezclarse con el tumulto de los enmascarados y puedan contemplar las incidencias del Baile ``desde la altura de su situación.´´ En 1861 cuando la ciudad tenía unos 58000 habitantes, concurrieron al Solís un promedio de 1000 parejas en cada noche. Según el diario ``El Ferrocarril´´ solo en tres días del Carnaval de 1870 se celebraron en Montevideo 150 bailes y en los años 70 y 72 a las múltiples opciones ofrecidas por el teatro San Felipe,  Cibils, El Alcázar  Lírico, las Confiterías de la Victoria, El Club Libertad, La Cancha de Valentín, El Recreo del Cordón, se sumó la novedad introducida por el Solís, Bailes Públicos diurnos entre la 1 y la 5 de la tarde con entrada para los Caballeros a $0,50.





Los disfraces y accesorios que se desplegaban como un nuevo orden cultural en gestación, donde la clave era distinguirse, distaba mucho de la vulgaridad de décadas anteriores, donde todo se arreglaba con una ``Careta y un Dominó´´ cualquiera, o mejor aún con el tradicional recurso de la sábana casera o la levita del abuelo. Las Academias de Baile de Salón y Guía de Trato Social señalaban pautas acerca de los Bailes del momento, ``en estos últimos años la Danza de Sociedad, ha sufrido una verdadera reacción, pues los antiguos y majestuosos Bailes, graves y elegantes, han vuelto a invadir los salones y alternar con los modernos que de ellos parecen inspirados.´´  Establece la denominación de estos, como señala el profesor M. Vignali,  `` el realce del conjunto en un Baile de Etiqueta consiste en el gusto específicamente del toilette  femenino, el cual se caracteriza con el color del traje en armonía al adorno del ambiente.´´ Estos pueden llamarse
Blanco, Rosa, Oro, etc. 


Un vasto repertorio de artículos era utilizado por los Montevideanos para  disfrazarse, figura,   Dominó a la Veneciana, a la Chinesca, o a la Japonesa, Caretas con Barba o sin ellas, Antifaces de Raso, Seda o Terciopelo, Pelucas a lo Voltaire, Racine, Marcel de los Hugonotes,  Vigotes  a lo Victor Manuel, Peras a lo Quevedo, Guantes de Jouvin, Narices de Cera, Cartón, Galones, Encaje, Trencilla, Borlas, Pajuelas, Géneros Dorados y Plateados, Ricos Calzones de Punto, Patillas Inglesas, Cabellos Japoneses. La metamorfosis que habilita,  el  Disfraz, la Máscara, da principio al instante lúdico de representar  por un instante el deseo de transformarnos en un  personaje totalmente diferente al de nuestra vida real. El disfraz esconde, disimula , lo cotidiano de la vida ordinaria desaparece. Se cuenta que en 1857 una señorita  disfrazada de Caballero, ``Enamoró´´ perdidamente a una Bella Niña, con la que bailó toda la noche en el Teatro Solís. En los corrillos las Damas hacían  alarde de las diferentes escenas que han tenido que sobrellevar, por parte de los Dandis,  susurros al oído,  proposiciones subidas de tono, juramentos de Amor Eterno, en fin, todo a través del anonimato del Antifaz. Los escritores , poetas, recibieron un torrente de inspiración, que muchas veces superaba la realidad, o tal vez no.

Portada e interior del catálogo de la popular tienda "London-Paris"






Máscara de las Cien Caretas

Frente y reverso de antifaz de la tienda "London - Paris"


¡Te conozco, máscara de las cien caretas, tú no me engañas...!
Máscara de los cien trajes te conozco!... 
En el perpetuo Carnaval de la vida presente, en la Saturnal desatada de las pasiones, has cruzado ante mí, muchas veces, pero no me has engañado, no me has engañado jamás. Yo te he visto revestida con un traje aéreo de tales rosados, sembrado de mariposuelas de oro, y estrellas de plata, irradiando sobre tus cabellos negrísimos, una diadema de pequeños astros de áurea filigrana…. Traías en la mano la varita mágica que abre los manantiales de la Dicha y tu sonrisa era más dulce que la de Sulamita Hebrea, cuando recibe al esposo amado, diciéndole el más erótico verso del Cantar de los Cantares. Pero como libélula alada perseguida, huías al próximo contacto del crédulo, que sugestionado por tu belleza radiante, fuera á alcanzar el polvo dorado de tu veste constelada…y huías… lanzando carcajadas  histéricas, hacia la calle obscura del Desengaño. Máscara de las Cien Caretas, yo te conozco… Te has revestido con la toga severa de los magistrados, condenaste á la infanticida, y al ladrón hambriento, y enviaste al patíbulo al ignorante neurótico degenerado. Pero como yo te he visto compartir el carruaje y la mesa y la alcoba de la querida del millonario negociante del sudor y las lágrimas del pueblo. Yo  te he visto seducir á la hermosa obrera para abandonarla camino del gineceo mundano. Y he visto engullir tu garganta y redondearse tu vientre con el alimento de millares de obreros éticos , que te fabrican el rico patrimonio de tu fortuna hidrópica de millones. ¡No me engañaste  Máscaras de las cien Caretas! Aquel otro día de Carnaval estabas hermosa de veras! Vestías el traje Jónico que cae pliegues artísticos á lo largo de tu cuerpo estatuario. Sobre tu regia cabeza ostentabas tu gorro frigio encarnado y yo te escuché como inflamabas con cláusulas de fuego y al grito mágico de Revolución, al pueblo que te escuchaba en silencio para aplaudirte después con frenético entusiasmo…  Y te escuché clamar por las cadenas rotas del esclavo. Pero, luego he mirado como entre las sombras de la noche, pactabas con los tiranos ; llamabas  Evolución á tus fáciles acomodos con el opresor contra el oprimido. Y te vi acostada en la alcoba de los poderosos, saturada de benjuí y de baño de champagne, durmiendo sobre blanda almohada de placeres… Y tu gorro frigio de revolucionario lo vi roto, deshecho, arrojado, como el ardiente corazón de un pueblo pisoteado por todos los mandones y acribillado por todos los despotismos. No me engañaste, Máscara de las Cien Caretas, yo te conozco!... ¡Cuántos trajes has cambiado en un solo día!... ¡Cuántos  papeles variados representases!.. Te he visto con una careta humilde y piadosa, para, presentarte en seguida, ostentando el traje de raso rojo de la vanidad mundana, cubierto con la pedrería fulgurante del poderío. Y en tu audacia enorme llegaste a revestirte un día con el traje esmeraldino de la Esperanza y pusiste en tus blondos cabellos una estrella luminosa y me mostraste nuevos horizontes y nuestra vida más  dichosa… Pero yo sentado al borde del camino que conduce a la meta de la Verdad suprema, no quise escuchar cantos de Sirena y te despedí con gesto airado. Hoy vuelves de nuevo á engañar al mundo haciéndole creer en tus virtudes, en tu belleza, en tus bondades… Florecieron de nuevo los rosales espléndidos en la juventud  y están ávidos del oxígeno de los placeres.. Ve,  ilusiónalos por algunos días, por algunos años más! Háblales de Dicha cumplida, de la Religión espiritual, de Patria sin mercaderes, de Amor eterno, de Esperanza ideal, de Arte sublime, Háblales, transfórmate, transfigúrate, encanta, engaña al mundo… Haz felices a los que pueden serlo todavía.. A mí no me engañaste 
Máscara de las Cien Caretas; yo te conozco!...    
REVISTA ---LA VIDA MONTEVIDEANA – Francisco C.  Aratta. Montevideo, Febrero 27 de 1898.  

Aparentemente el primer Baile Público de Máscaras en un Teatro corresponde al 6 de marzo de 1832. En los años setenta a los bailes se le suman Corsos, Desfiles, y también los arreglos y adornos de las Avenidas, y Calles.  Para su realización se utiliza la recolección de fondos, una forma de poder solventar los gastos, señalando e insistiendo, que aquellos que se mantengan  al margen de la convocatoria, ``se colocarán caricaturas de varios capitalistas, que, a pesar de las fortunas que cuentan no han abonado nada, o han colaborado con una bicoca para los adornos.´´ La Comparsa  Batucca fue quién inició los Corsos en Montevideo. El  Marqués de las Cabriolas hace su entrada triunfal por el Puerto, conservando el significado que tenía el dicho popular ```por el mar entraron y por el mar se fueron,´´ quienes quisieron destruir la Ciudad San Felipe y Santiago de Montevideo. Cerca de la una de la tarde la gente comenzaba agolparse en el puerto, por donde entraba el Ilustre Huésped. El Gran Señor de la Alegría se ponía en marcha en un carruaje descubierto, con cochero de gala y todos los carros de las Comparsas y Bandas Musicales lo seguían. Los vecinos adornaban las calles,  plazas y balcones. La primera calle que se adornó fue la Treinta y Tres, llamada antiguamente la de los Pescadores y era por la que subía el Corso. Las comisiones de adornos contrataban los servicios de personas especializadas, creando una cierta rivalidad, en presentar la mejor  embellecida para tal ocasión. Años más tarde La Junta Económica Administrativa se hace cargo y ésta de acuerdo con el Gobierno (1899) dispuso que durante las noches de Carnaval fueran iluminados, El Palacio de Gobierno, Cabildo, La Municipalidad, La Dirección de Correos y Telégrafos, y las Calles Sarandí y Dieciocho de Julio.


Careta de "Geniol" 1950. (Impresora Colombino)



Frente y reverso de pantalla con motivos carnavaleros








Los Corsos eran presididos por el Jefe Político y la Comisión de Fiestas. Los accesorios iban marcando nuevas modas, como los pomitos de Extracto de Coudray, los posteriores Lanza  Perfumes. La serpentina, que era una invención Parisién, una de las más elegantes y hasta poéticas manifestaciones de cultura moderna aplicada al Carnaval; ésta reúne todas las condiciones del proyectil cortés, liviano, que no ensucia ni lastima .La aparición del Confetti, era una caja provista de un explosivo que al producirse el estallido, por medio de una sencilla combinación de hilos, se produce una llamativa lluvia de papelitos de colores. Este juego mal aplicado tuvo severas consecuencias, como el ocurrido en 25 de Mayo y Misiones, uno de los paseantes arrojó unos de los Confetti a varias Damas, que ocupaban una Jardinera que formaba  parte del Corso. El proyectil Carnavalesco hizo arder las serpentinas enredadas en el carruaje, comunicando el fuego a los Tules y Telas de Fantasía de los Vestidos. Las quemaduras fueron serias, por este motivo fueron prohibidos. A finales del siglo XIX, el desfile lo protagonizan los carruajes, cuyos pasajeros se saludaban al encontrarse, esta era una diversión ingenua, no existía la Tarjeta de Presentación, todo era espontáneo, donde no regía más fórmula que la simpatía, donde una flor que se ofrecía podía parecer una confesión o un homenaje, o no ser nada. Los jóvenes  iban en coches separados de sus padres, los novios no iban con las novias ni los hermanos con las hermanas, los mozos bajándose de sus coches a cada instante subían a otros , para galantemente ofrecer  a la jovencita de grandes ojos verdes, la flor que llevaban en su ojal. 

Lanza perfume


También eran muy bien visto los estuches de bombones que se compraban en las principales Confiterías de plaza.


Pero un día los Automóviles se presentaron en los Corsos y todo cambió; estos no podían llevar  la lentitud admitida por los coches de caballos, que se detenían a cada paso, el trepidar de sus motores ansiosos de velocidad, sus techos herméticos, sus puertas cerradas, los rostros apenas vislumbrados, se llevaron parte de la comunicación y la alegría tan espontanea. Los Corsos ya habían alcanzado su más alta brillantez, las calles se iluminaban con bombitas azules y blancas, el Club Uruguay enjoyado de luces daba a la plaza una claridad inusitada. Este Carnaval Montevideano quedará como un desfile de todo tipo de curiosos, jugadores de Agua, y Harina, de Bailes, Corsos y Desfiles, de Alegría, Gritos, e Insultos, todo un año esperando a que nuevamente El Marques de Las Cabriolas entre por el Puerto para celebrar un Nuevo Carnaval.  





EL CARNAVAL DE MONTEVIDEO EN EL SIGLO XIX.-- MIGUEL  ANGEL  JAUREGUY-- 
Ediciones  Ceibo  Montevideo  1944.-
CARNAVAL ---MILITA ALFARO—Ediciones Trilce 1991.-
HISTORIA DE LA VIDA PRIVADA EN EL  URUGUAY—Editorial Taurus—
NOVECIENTOS –JOSEFINA LERENA ACEVEDO DE BLIXEN---Ediciones Río de la Plata 1967.---
RECUERDOS Y CRONICAS DE ANTAÑO.—ROMULO F.  ROSSI.---Publicado en "LA MAÑANA"Montevideo 1926—
EL  ESPÍRITU DEL CARNAVAL—DANIEL VIDART---Editorial  Graffiti  -- Montevideo 1997---
VIDA MONTEVIDEANA--- REVISTA SOCIAL ILUSTRADA—Montevideo 1897—
REGISTRO NACIONAL –MINISTERIO DE GOBIERNO--- Montevideo 1831.--



2 comentarios:

  1. Hola. ¿quién es el autor de este Blog? Me gustaría comunicarme. Muchas gracias.

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  2. Hola por si te querès comunicar mi nombre es Winston Sterling, y mi correo es winstonboardgames@gmail.com

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